3I/ATLAS, un cometa interestelar envuelto en bulos: "Basta ya de teorías locas"

No todos los días los científicos pueden observar un objeto interestelar, es decir, un asteroide o un cometa que proviene de un sistema solar diferente al nuestro. De hecho, sólo ha ocurrido en tres ocasiones: con el asteroide 1I/Oumuamua, descubierto en 2017, con el cometa 2I/Borisov, captado en 2019, y con el cometa 3I/ATLAS, detectado el pasado 1 de julio.
Desde que este nuevo visitante interestelar fue descubierto con un telescopio chileno que forma parte del 'Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS), observatorios de todo el mundo han apuntado hacia él sus instrumentos para calcular su órbita, descubrir sus características y observar material que procede de otro sistema estelar, pues disponen de pocos meses para estudiarlo.
Las agencias espaciales aseguran que no representa una amenaza dado que se mantendrá en todo momento alejado de la Tierra. Cuando el próximo 19 de diciembre haga su máximo acercamiento a nuestro planeta, se situará a 270 millones de kilómetros de distancia. Ayer jueves, 30 de octubre, hizo su máxima aproximación al Sol, pasando a unos 200 millones de kilómetros de nuestra estrella. Pero pese a que los científicos aseguran que se comporta como un cometa y sigue una trayectoria que permite descartar una colisión con la Tierra, están proliferando bulos sobre el peligro que representa y teorías que sugieren que podría ser una nave espacial.
"Este cometa no supone ningún riesgo para la Tierra", asevera en conversación telefónica Michael Kueppers, científico del Centro de Astronomía (ESAC) de la Agencia Espacial Europea (ESA). Kueppers desmiente que se hayan activado los protocolos de Defensa Planetaria de la ONU ante la llegada de 3I/ATLAS, como se ha difundido en algunos medios. "Lo que se ha hecho desde la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) es una de las campañas de observación para practicar el seguimiento de estos objetos y ser capaces de predecir su trayectoria con exactitud. El objetivo es estar preparados para cuando se detecte un asteroide o cometa que suponga un riesgo para la Tierra. Se ha hecho ya varias veces y es un procedimiento rutinario", asegura.
Como expone este científico de la ESA, los asteroides no son la única amenaza para nuestro planeta, pues un cometa también podría impactar: "Y si eso ocurre, será crítico que seamos capaces de hacer un seguimiento rápido de ese objeto, dado que se detectan con menos antelación. Tendríamos menos oportunidades para observarlo y estudiarlo, por lo que habría que actuar con mucha rapidez".
"La IAWN es una red que se activa cada vez que se necesitan observaciones de algún objeto interesante, pero no tiene que haber necesariamente riesgo de colisión con la Tierra. Y eso es lo que ha hecho la NASA ahora. Nos ha dicho: 'Aprovechemos esta red ya montada para observar este objeto que es superinteresante, aunque se haya dicho que la agencia ha activado de tapadillo los protocolos de Defensa Planetaria", aclara Julia de León, responsable del grupo de Sistema Solar del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), uno de los centros que ha estado estudiando este cometa.
Según esta astrónoma, están permanentemente entrenándose para ser más eficientes a la hora de compartir la información: "Todos los años hacemos ejercicios y campañas. Y para los que nos dedicamos a esto, que venga un cometa de otro sistema planetario es un gran regalo. Estamos muy pendientes desde que a principios de julio se catalogó como objeto interestelar", asegura De León, que lamenta que "se esté difundiendo tanta desinformación sobre este objeto a través de internet".
"Lo único que podemos hacer es desmentir estas informaciones falsas y explicar la verdadera situación cuando hablamos con los medios", afirma por su parte Michael Kueppers.
El caso del cometa 3I/ATLAS, compara el científico de la ESA, es diferente al del asteroide 2024 YR4, descubierto a finales de diciembre de 2024: "Con este objeto sí se activaron los protocolos de Defensa Planetaria". Durante dos meses se estimó que había una pequeña probabilidad de que chocara contra la Tierra durante el acercamiento que hará el 22 de diciembre de 2032.
Ante ese riesgo, se pusieron en marcha por primera vez los protocolos de Defensa Planetaria de la ONU, activándose los dos grupos de reacción creados para hacer frente a la amenaza de estas rocas espaciales: la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG)-. En las siguientes semanas, esa probabilidad de choque llegó a superar el 3% pero a medida que se hicieron más observaciones se descartó que hubiera riesgo de impacto contra la Tierra. Actualmente la probabilidad de que eta roca impacte contra la Luna ese día es del 4%.
Avi Loeb, el científico de la Universidad de Harvard que saltó a la fama cuando expuso que el objeto interestelar Oumuamua era una nave alienígena, también está acaparando atención mediática estas semanas, al defender la hipótesis de que 3I/ATLAS podría tener un origen no natural, es decir, que no se trate de un cometa sino de un objeto tecnológico creado por otra civilización. Argumenta que presenta "varias características anómalas" y considera que esta semana, en la que se ha acercado al Sol, es clave para determinar su verdadera naturaleza.
Sin embargo, tanto Michael Kueppers como Julia de León sostienen que no han observado ningún indicio que respalde esa hipótesis: "Todo lo que vemos es el comportamiento normal de un cometa, como el de los que tenemos en el Sistema Solar. Más allá de que viene de otra estrella, no tiene mucho de particular. Según se acerca al Sol, está más activo, y estamos viendo los mismos gases y la cola de polvo. Sinceramente no creo que esa teoría sobre una supuesta nave espacial tenga fundamento", afirma Kueppers.
Así, considera que los elementos que se están mencionando para respaldar su posible origen tecnológico tienen explicaciones científicas. En lo que respecta a su composición, afirma que el James Webb ha encontrado en 3I/ATLAS una composición similar a la de otros cometas: agua y dióxido de carbono sobre todo. "La proporción de dióxido de carbono es mayor que en cometas de nuestro sistema solar, lo que significa que se ha formado en un entorno más frío", señala. Coincide Julia de León: "Al igual que pasó con el cometa Borisov, estamos viendo que tiene un porcentaje de hielo de dióxido de carbono un poco más alto que el solemos encontrar en los cometas del Sistema Solar".

Asimismo, Kueppers afirma que este cometa, que viaja a 60 kilómetros por segundo, ha entrado al Sistema Solar con una velocidad más alta que otros objetos "porque ha pasado mucho tiempo viajando por el espacio y se ha acelerado".
Otro aspecto que ha dado lugar a comentarios, según expone Julia de León, es que se ha visto emisión de jets (chorros) de gas concentrados en algunas del cometa: "Es algo bastante normal. Si hay volátiles concentrados en ciertas zonas del objeto, cuando comienza a salir el chorro de partículas no es uniforme por toda la superficie, pero tienden a homogeneizarse", señala. "Es un objeto natural, no hay ningún indicio que apunte a que no lo sea", subraya esta astrónoma, que admite su malestar ante la proliferación de esas teorías. "Desconozco por qué Avi Loeb las propicia, cuando, además, él no es un científico planetario y, por tanto, no es especialista en este tipo de objetos. Ya está bien de teorías locas", reclama.
El tamaño del cometaA medida que recaban más datos están pudiendo afinar algunas de sus características, como su posible tamaño. Aunque al principio se llegó a estimar un núcleo de entre 10 y 30 kilómetros, Michael Kueppers explica que ahora creen que es mucho más pequeño: "Las estimaciones que se han hecho con los datos del telescopio espacial Hubble apuntan a que mide entre 220 metros y dos kilómetros pero no sabemos con seguridad qué tamaño tiene", admite.
"Como es un cometa, emite gases y polvo, y el brillo que vemos es la luz del Sol reflejada en esas partículas de polvo, que van dejando la forma típica de un cometa. Esto hace que parezca más grande de lo que realmente es. Cuando observas un cometa ya está activo, por lo que definir el tamaño del núcleo de un cometa es muy difícil dado que el polvo impide que veamos su interior", explica Julia de León, que también considera que el tamaño más fiable es inferior a tres kilómetros.
Aunque actualmente 3I/ATLAS no es visible desde la Tierra, sí pueden observarlo varias naves espaciales, como JUICE, de la ESA, y otras misiones de NASA. "En el caso de nuestra sonda JUICE, que se dirige hacia el sistema de Júpiter, va a poder observar el cometa hasta mediados de noviembre. Los datos no llegarán hasta febrero pues debido a que ahora está muy cerca del Sol, las comunicaciones con la Tierra de nuestra nave están muy limitadas", afirma Kueppers.
A medida que se aleje del Sol podrá divisarse de nuevo con los instrumentos terrestres, tal y como adelanta Julia de León: "A finales de noviembre podrá ser visible al amanecer, y estará en mejores condiciones para observarlo en diciembre desde la Tierra. Podremos verlo durante unos meses más, cada vez la señal será más débil. Por eso, hemos activado esa campaña de observaciones coordinadas, para aprovechar al máximo ese tiempo".
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